Retrato biográfico de Rainer María Rilke


Version pdf de la cronología Fragmento del libro:
Rilke o la transformación de la conciencia

“La conciencia es una superficie”, adivinó muy acertadamente Nietzsche. La profundidad está más allá de la conciencia. Anida en ella lo que es preciso para hacer que la realidad sea auténtica, la energía volcada en emociones y sentimientos, algo que en nuestra época se ha manifestado con potencia. De hecho se manifiesta siempre, a menudo de forma perversa cuando no se vive donde hay que vivirla. Sus virtualidades las vivimos exteriorizándolas y proyectándolas hacia fuera de nosotros. Lo que llamamos “invenciones” tal vez no sean otra cosa que proyecciones de las potencias inconscientes. Por ser telepáticos hemos inventado el teléfono; por ser televidentes, hemos introducido en nuestros hogares el televisor; por tener un cerebro que, como mínimo, ordena y configura los datos de los sentidos, estoy trabajando ahora ante un ordenador.

Porque tal vez sea el potencial energético de este centro infinito e inalcanzable, lo hemos exteriorizado proyectándolo en la energía que surge de la fisión o fusión del átomo. Los hongos gigantescos i mortíferos de Hiroshima y Nagasaki, sincrónicos con el descubrimiento del inconsciente profundo, de la verificación psicológica de aquel misterioso y tan operativo Uno mismo de Nietzsche, no son otra cosa que una ambigua exteriorización del centro profundo. Por eso mismo los hombres y las mujeres que reciben de éste su inspiración, que se conectan a él, son los auténticos protagonistas de la historia, influyendo en ella en niveles no siempre verificables inmediatamente, aunque de una manera siempre eficaz…

Hoy empezamos a saber que este centro energético está al alcance de todos cuantos estén dotados de la capacidad de darse cuenta de sí mismo y del mundo. “Una inmensa energía se mueve en torno a mí” dice Rilke en su Libro de horas. Por esto queremos a determinados artistas y poetas cuando su obra es el sabroso fruto de las bodas entre el consciente y el inconsciente, entre la inspiración y el trabajo, cuando nos llenan de belleza, de emoción, de ternura, cuando nos limpian los ojos y nos hacen presentir otro mundo para nada aburrido sino fascinante. Hoy sabemos que propiciarse este centro infinitamente energético significa justamente salud y salvación. Todavía hoy, setenta ańos después de la muerte de Antonio Machado, va la gente a dejar flores a su sepulcro. Y todavía hoy hay rosas en la elevada tumba de Rilke…

Rilke, por su proximidad con el inconsciente, pese a todos sus límites físicos, psicológicos, económicos e históricos, era un enano que se alzaba con la fuerza de un gigante…

Al lado de Lou von Salome, en 1911, en Weimar, la ciudad donde muriera Nietzsche, y como un homenaje al filósofo precursor del inconsciente, según Freud, Rilke conoció al creador del psicoanálisis. En realidad, Rilke, heredero de Nietzsche, es el poeta del inconsciente europeo. “Es voz y boca de la profundidad colectiva”. Así lo intuyó Jung en Weimar, aunque no pudiera tratarlo, absorbido como estaba por Freud . Y parece ser que el propio Rilke tenía conciencia de ello:

Me ha sido impuesta una misión inefable y difícil;
mas los poderes que así me subyugan
cuando el corazón, aplastado por el peso de la humanidad,
se somete a sus manos, obran desde la altura.
En Rilke aparece, pues, el Poder con mayúscula, cuya obra, cuando encuentra una conciencia abierta y atenta a sus señales, es creación, poesía, ternura y belleza, vida, umbral y prólogo de lo terrible a fin de llegar a ser “grande”, como el mismo Rilke adivinó en sus Elegías de Duino, Así se ha convertido en “ángel”, o sea mensajero de lo profundo. Cuando alguien se hace lector siente aquel rescoldo íntimo, confidencial y dulce –importa poco que sea un verso, un poema, obras en prosa o cartas– y experimenta un sabor de su propia profundidad. Cuando se lee a Rilke y se vibra con su lectura, no es que lea a Rilke; se lee y descubre a sí mismo. Sólo así se explica que, pese a toda su dificultad y a su hermetismo, sea el poeta en lengua alemana más leído y traducido. La primera de sus obras póstumas, las Cartas a un joven poeta, desde el año de su publicación (1929), a los tres años de la muerte de su autor, se ha convertido en libro de cabecera de centenares de miles de lectores de una y otra orilla del Atlántico. Aún hoy día se reedita, puede que con más fervor y entusiasmo que hace cincuenta años. En Rilke, poeta de Europa, iniciado en Toledo y Ronda en el ámbito de lo divino, se hace sensible la esencia y el perfume recóndito del Viejo Continente, la verdad olvidada y reprimida, no descubierta aún por quien la habita, aquella energía que aletea, orienta y devuelve la salud, venida de lo profundo y que no creíamos fuera nuestra.